Navegación

Edición universitaria, un puente entre culturas

Edición universitaria, un puente entre culturas

En un mundo globalizado, ampliamente digitalizado y muy competitivo a nivel de mercado, los editores tenemos que aprender no solo a corregir textos, ver aspectos de diseño y entender sobre maquetación, también es necesario conocer sobre metadatos, libros electrónicos, cómo funcionan las plataformas, qué es la interoperabilidad y muchos otros conceptos, sostuvo Marianela Camacho-Alfaro.

La editora con más de quince años de experiencia compartió que, desde la Universidad Nacional de Costa Rica, se están haciendo esfuerzos para entender cómo se construyen puentes con las comunidades lectoras y qué estrategias son efectivas a mediano y largo plazo.

Para la filóloga, el desafío no está solo en convocar autores, producir y publicar textos, sino también en hacerlos públicos, difundirlos y amplificarlos, misión que será posible si se sabe quiénes son los usuarios, en dónde están, cuáles son sus intereses y qué publicaciones están buscando.  

Al participar en la mesa Desplazamientos de la edición universitaria: retos de la movilidad, parte de las actividades de la Feria Internacional del Libro de la Universidad de Guanajuato (FILUG), la especialista refirió que el punto de partida es construir un catálogo coherente acorde a la identidad institucional, entender cuál es el quehacer de cada centro de estudio, tener políticas editoriales y una constitución del catálogo establecida.

Otro aspecto importante gira en torno al diseño editorial, el cual debe estar orientado no solo a lo visual, sino a mejorar la experiencia lectora, para tener un equilibrio entre curaduría, selección de contenidos, rigurosidad académica y una estética que sea atractiva y facilite la lectura. 

Explicó que, a diferencia de los sellos comerciales y la edición independiente, desde las universidades se presenta un gran reto que viene del compromiso con la producción de ciencia abierta, para publicar materiales de acceso gratuito y lograr tener un equilibrio financiero.

Lo anterior, dijo, permitirá abonar a la democratización del conocimiento e incrementar la difusión de estos materiales en diferentes formatos, pues el mundo actual exige ser multiformato y multicanal, es decir, producir libros impresos, electrónicos, audiolibros, libros multimedia y libros interactivos.

De acuerdo con Camacho-Alfaro, también es necesario insertase de manera estratégica en el ecosistema, tanto en el ámbito local o nacional, como en el internacional, lo que es posible al participar en estas ferias, pues permiten darse a conocer, aprender de lo que están haciendo los otros y establecer alianzas para trabajar en red.

Es fundamental que las editoriales sepan cuál es su papel en la construcción de la riqueza de conocimiento, la preservación de la diversidad cultural e intelectual, y en garantizar que los saberes que se producen en ámbitos que no son comerciales tengan la oportunidad de ser compartidos, conocidos y discutidos, indicó.

En tal sentido, afirmó que la edición universitaria actúa como un puente entre diversas culturas, ofrece espacios para el debate interdisciplinario y enriquece el acervo bibliográfico, contribuyendo de esta manera, no solo a preservar la memoria intelectual de las sociedades, sino a fomentar un intercambio cultural que enriquezca a todo el ecosistema editorial.

La editora concluyó que esta bibliodiversidad es fundamental para evitar que haya una homogeneización del pensamiento, de las palabras y de las posturas, además de asegurar que existan múltiples perspectivas en el debate de lo que discutimos a nivel público y privado.

Por su parte, Cristian Lagunas, editor de la Dirección de Publicaciones y Promoción Editorial de la UAM, habló sobre los desplazamientos dentro del catálogo editorial en la Universidad.

Molinos de Viento fue la primera colección literaria de la UAM, surgió en 1980 a iniciativa de Carlos Montemayor, quien fue director de Difusión cultural de la Institución. Se trató de una colección de bolsillo, fácil de llevar, que en la etapa reciente ha recuperado el formato original y actualmente se llegará al número 190.

Al observar el catálogo de manera histórica, se nota que Montemayor y su equipo estaban pensando en incluir a nuevas voces de la literatura mexicana. “En la etapa actual ya no hablamos de series, pero seguimos identificando los libros según su género. Tenemos varios: novela, cuento, poesía, crónica y guion de cine”.

En el marco de los 50 años se hizo una Caja conmemorativa que incluye seis títulos que parecían fundamentales dentro de la colección; “elegir seis de 180 fue una gran tarea”.

Para seleccionar esta caja, se incluyó a Carlos Montemayor y su poesía, una linda manera de cerrar un círculo dentro del marco de cinco décadas de labor, así como a otras autoras y autores que en su momento fueron emergentes como María Baranda, Beatriz Espejo, Víctor Hugo Rascón Banda, Esther Seligson y Jorge Arturo Ojeda.

Se consideró una mezcla de autoras consagradas y no consagradas, “creo que en parte la tarea de publicar literatura hoy en la UAM tiene que ver con este tipo de mezclas entre las autoras consagradas y los primeros títulos”. Se trata de un catálogo, vivo, dinámico y heterogéneo, que no se debe permitir que se quede en el pasado.

Finalmente, reflexionó que la compilación citada abre sus páginas y sus títulos a una diversidad de publicaciones y de voces “y en esta feria traemos todos estos y nos gustaría también que se llevaran este”.

En la mesa también estuvieron presentes Federico Arce Jiménez, de la Universidad Técnica Nacional de Costa Rica; Adriana Sámano Domínguez, de la Universidad de Guanajuato, y Fabiola Correa Rico, como moderadora.