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Oda al íncipit, los comienzos más célebres de la literatura

Oda al íncipit, los comienzos más célebres de la literatura

¿Por dónde comenzar?, es quizá la pregunta que ha asaltado a escritores y escritoras durante siglos. Las primeras frases de un libro tienen el poder de condensar el espíritu completo de una obra. Nos sitúan en un lugar y nos sugieren un tono, las tensiones que estamos por conocer. Su poder de evocación se remonta a Homero, que inicia La Odisea con la popular frase “Canta, oh, musa”. O quizá podamos echar un vistazo a otra frase famosa, el inicio de Ana Karenina, de Tolstoi: “Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera”. Frases que funcionan, sacadas de contexto, como poderosos aforismos. Frases que operan como ganchos y nos invitan a continuar la lectura. Clarice Lispector decide iniciar su célebre novela La hora de la estrella de la siguiente forma: “Todo en el mundo comenzó con un sí”.

“Llamadme Ismael”, de Moby Dick, nos sugiere el gesto simbólico de nombrarse. Los grandes comienzos de la literatura permanecen en el tiempo por su ingenio y la capacidad de producir la primera chispa que ilumina todo un universo narrativo. Si se tiene suerte, uno de esos comienzos puede sobrevivir al libro entero, circular en el mundo y convertirse en un referente cultural.

Algunos de nuestros libros más recientes abren con las siguientes frases. Te invitamos a leerlos:

“¿Quién dormirá en ese cuarto?”. Eduardo Casar, Parva natura.

“La vida no pide –le dijeron– ni certezas ni conocimientos: precisa pasión, exuberancia, delirio”. Esther Seligson, Indicios y quimeras.

“Enrique dice: –Yo quisiera no llorar por nada”. Jorge Arturo Ojeda, Sabiduría.

“Primero, lo soñé”. Gabriela Damián Miravete, La canción detrás de todas las cosas.

“En la edad donde la casa era un bosque, salí para mirar su espesura”. Lucía Cornejo, Cuando la casa era un bosque.