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El libro universitario, producto de nicho

 El libro universitario, producto de nicho

Es necesario romper ideas erróneas respecto de las publicaciones universitarias en el sentido de que no llegan a quien tienen que llegar, de la mano del “eterno mito” de la falta de difusión y de distribución, afirmó Carlos Francisco Gallardo Sánchez, subdirector de Publicaciones de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Al participar en el Foro Caligrafía de la edición universitaria: bibliodiversidad, celebrado en el marco de la IV Encuentro Internacional de Editores Universitarios, en la Feria Internacional del Libro de la Universidad de Guanajuato, enfatizó que el libro universitario llega a quien debe, es un producto de nicho.

“Por ejemplo, nosotros tenemos textos de los que imprimimos 200 ejemplares porque sabemos que hay ese número de especialistas que buscarán un tema en específico, que le interesa a una comunidad en particular, razón por la que habría que dejar esa ansiedad de querer llegar a todo el mundo porque no todos están interesados en él”.

Así, es necesario “bajarse un poco del tren de la velocidad y de la masificación”. Además, en el ámbito editorial existe una exigencia de responder rápidamente a las presiones tecnológicas y “ocupa mucho tiempo de nuestras reflexiones la Inteligencia Artificial (IA)”.

Frente a ello “hay que contestar con una lógica diferente y hacerlo con lentitud y con anacronismo; es decir, desde las múltiples capas de pasado que nos hacen ser lo que somos como humanos. La IA nos llama a la alarma, pero habría que empezar a hablar de lo elemental, de lo básico, como la necesidad de seguir publicando literatura”.

Más allá de cumplir la función institucional de difundir la cultura, “publicar obras literarias es una manera de ejercer la autonomía, en el sentido de que motiva a las personas a imaginar a través del encuentro con otras personas en los libros”.

Por su parte, Gustavo Solórzano-Alfaro, director editorial de la Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica, reconoció que una labor fundamental de las áreas de producción editorial de las instituciones de educación superior públicas es saber comunicar y difundir sus textos.

El gran desafío es “asumir un compromiso real, serio con el fomento de la lectura, pero no desde una perspectiva moralista, como se suele hacer desde los ministerios de cultura, sino a partir de saber comunicar y divulgar lo que se hace dentro de la universidad y hacerlo accesible para la diversidad de comunidades”.

Tras mencionar que la nación centroamericana cuenta con diferentes centros universitarios a lo largo de su territorio, transmitió que uno de los de los lemas o los motivos de su trabajo es la hacer llegar a todos los rincones con sus libros.

Lo anterior, puesto que representa una oportunidad de integración entre lo interno, lo que se produce desde los ámbitos académico y científico, y la posibilidad de salir al mundo, “pero para ello se necesita saber comunicar y hacernos relevantes dentro de la comunidad”.

Existe un movimiento pendular entre estos dos elementos, por lo que las universidades “tenemos que aprender a equilibrarlos pues los libros nos permiten esa factibilidad de convivir entre la información y la imaginación, el conocimiento y la imaginación, y ese es nuestro gran reto como editores y editoras universitarias”.

Elba Sánchez Rolón, titular del Programa Editorial de la Universidad de Guanajuato, refirió que la edición también tiene que ver con la lectura como un acto político, pues “se trata de una suma de territorios, de diversidades y de miradas al momento de editar, y eso es un libro: la suma de esas diversidades”, finalizó.