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Cada testimonio reflejado en este libro “nos recuerda que el trayecto no solo ha sido académico, sino profundamente humano, lleno de aprendizajes, de resiliencia y crecimiento compartido” afirmó Verónica Medina Bañuelos durante la presentación de Relatos de viaje; 50 años de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa en la 46 Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería.
Esta obra coral es el resultado a través de muchas voces y es producto de un esfuerzo institucional y colectivo que involucró la participación de más de 70 personas de todos los sectores de la comunidad, indicó.
Señaló que en su primer cincuentenario la Casa abierta al tiempo ha transitado desde su cimentación hasta su consolidación y pasó de ser un proyecto de universidad descentralizada para el Área Metropolitana de la Ciudad de México a un pilar de la educación pública superior nacional que es respaldado por las 215 mil personas egresadas y sus cerca de tres mil integrantes de la planta académica que realizan docencia e investigación de alto nivel.
“No quisimos hacer un simple registro de información estadística y reportes institucionales porque, aunque son muy útiles, no reflejan con calidez ni emoción la aventura emprendida desde esta casa de estudios; la obra propone recopilar los recuerdos y las experiencias de los protagonistas de nuestra historia, incluyendo las vivencias de algunos vecinos que han crecido en las cercanías de la Unidad”.
Con ellas se propició una reflexión sobre el transcurrir del campus y fue posible integrar aspectos emocionales y afectivos propios de una celebración tan importante; así, el asombro, la tensión, la alegría y el orgullo tras cada logro, recorren estas páginas.
Al referir su propio testimonio relató que era vecina de Iztapalapa antes que fueran construidos los primeros edificios; fue alumna, docente y posteriormente rectora y expuso ser producto “de la transformación social que las sedes fundadoras procuraban impulsar en su entorno, pues provengo de padres que no tuvieron estudios universitarios, pero siempre enfatizaron el valor de la educación”.
“Las condiciones iniciales de difícil acceso e infraestructura en desarrollo, lejos de ser desalentadoras nos hacían sentir partícipes de un proyecto en construcción”, enfatizó.
La presentación de la obra contó con la participación de Néstor García Canclini, investigador del Departamento de Antropología, quien señaló que muchas veces las actividades celebratorias se realizan “con la expectativa de encontrar algo burocrático, ya sean cifras, complacencias y querer mostrar hacia afuera lo buena que es esta Institución y lo necesario que es que reciba más fondos”.
Sin embargo, este es un volumen muy distinto, “porque como antropólogo lo considero en buena medida un libro etnográfico que reconstruye historias de vida y situaciones de distintas décadas en que la UAM se extendió, creció, vivió conflictos, huelgas, una pandemia y sismos, situaciones que no ha sido fácil sobrellevar”.
Esas problemáticas no están ausentes en sus páginas, pero en este caso es interesante el sentido etnográfico e histórico, y “eso le da al relato una fascinación, aunque no deja de hablar de situaciones en tránsito”, como el hecho de que en sus inicios nadie usaba internet y había solo una computadora para toda la universidad.
El doctor en Filosofía destacó que, si se consideran todas estas transformaciones, la obra sirve para “preguntarnos cuáles son hoy las tareas de la Universidad, no solo de la UAM, sino de otras de México y de otros países”.
Luis Montaño Hirose, investigador del Departamento de Administración de esa sede y coordinador del volumen sostuvo en entrevista que Relatos de Viaje. 50 años de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa reúne 59 entrevistas realizadas a diversos miembros de la comunidad, entre ellos ex rectores, integrantes del profesorado y el alumnado de licenciatura y posgrado, personas egresadas, del personal administrativo, así como vecinos.
Se conjuntaron una serie de relatos emotivos, analíticos y descriptivos de una colectividad diversa, que es la que ha construido la sede Iztapalapa en los últimos 50 años.
Reconoció que recuperar la parte sensible que se entreteje a través de proyectos individuales afectivos con un proyecto institucional es de suma importancia, ya que las universidades no son solamente reflejo racional de una política pública de educación superior, sino un proyecto personal que sus integrantes asumen cotidianamente.
Son, además, “el esfuerzo diario de un conjunto de actores cuyo esfuerzo, a veces, no es valorado, pero constituye un granito de arena en la construcción de un gran proyecto institucional”, finalizó.